Hubo una vez una chica llamada Sarah, a quien le encantaban los deportes. Era muy activa y no podía quedarse quieta ni por un solo momento. Desde muy joven, podía driblar un balón y correr más rápido que todos sus primos y amigos juntos. Tenía un gran potencial para liderar, prosperar y tener éxito. Tristemente, su familia no era muy comprensiva y a menudo le decían que se quedara quieta y dejara de jugar con “cosas de niños”. Así que eventualmente lo hizo. Se conformó. Se quedó quieta y dejó de hacer lo que normalmente le encantaba hacer. Con el tiempo, su talento escondido y su naturaleza reprimida la llevaron en una dirección que podría haber evitado si tan solo hubiera estado enfocada y ocupada con cosas más importantes. Se volvió rebelde, enojada y se llenó de dudas sobre sí misma. Como Sarah, muchas personas carecen de pasión y propósito, y luchan a diario por encontrarse a sí mismas en este vasto mundo. Pueden estar caminando por senderos equivocados y adquiriendo malos hábitos que podrían costarles años de alegría y salud. Esta falta de identidad podría traer dolor y sufrimiento no solo a ellos, sino también a sus familias y seres queridos. 

Norman Vincent Peale, autor y psicólogo, dijo: “¡Cree en ti mismo! ¡Ten fe en tus habilidades! Sin una confianza humilde, pero razonable en tus habilidades, no podrás ser exitoso ni feliz” . No importa lo que hagamos, si lo hacemos con todas nuestras fuerzas y determinación, podemos establecer estándares más altos para quien venga después.

¿Podrá haber algo que asegure el éxito y el bienestar? ¿Podrá ser tan simple como tener una autoestima saludable? Puede que no haya una respuesta absoluta, pero aparte del amor, la seguridad y otros factores positivos más comunes, el establecer metas y logros crea un profundo sentido de orgullo y autoestima a cualquier edad, especialmente en la gente joven. Trae coraje, satisfacción, enfoque y determinación, lo cual resulta en un amor propio más saludable. Cuando los niños son apoyados y amados, pueden alcanzar sus metas y cambiar sus vidas para mejor.

El papel de la educación es vital: va más allá de aprender a leer y escribir, más allá de aprender a sumar y restar… La educación nos lleva a la realización de la importancia que cada uno de nosotros tiene en la vida, y a la comprensión de lo que estamos aquí para hacer por nosotros mismos, por nuestras familias y por el mundo.